La esclerosis múltiple es una enfermedad neurológica crónica, autoinmune, que afecta al sistema nervioso central, es decir, el cerebro, la médula espinal y los nervios ópticos. Los síntomas varían de una persona a otra y cada uno evoluciona de diferente manera, en función del área dañada:
- Alteración de la agudeza visual
- Visión doble
- Trastornos sensitivos
- Trastornos motores
- Falta de coordinación o marcha inestable
- Alteración de los esfínteres.
El sistema inmune, que normalmente nos protege de las enfermedades, reacciona de forma errónea contra la mielina en múltiples áreas dejando en ocasiones cicatrices (esclerosis). Estas áreas lesionadas se conocen también con el nombre de placas de desmielinización.
Estas lesiones se producen en diferentes momentos y en múltiples localizaciones del cerebro y la médula espinal. Aunque diferentes personas compartan el mismo diagnóstico, la enfermedad y su evolución, será diferente en cada afectado.
La esclerosis múltiple se caracteriza por la aparición de episodios o brotes de disfunción neurológica que se mantienen constantes durante 3-4 semanas y que se recuperan de manera lenta a lo largo del mes siguiente. Siempre debe ser una manifestación que no coincida con fiebre o cualquier otro estado que altere el estado general.
Estos brotes no siempre ocurren de la misma manera o con la misma intensidad, con lo que pueden cursar de forma diferente. En base a estas diferencias se puede considerar la existencia de diferentes subtipos de la enfermedad.
En Occidente, es la enfermedad neurológica crónica más frecuente en adultos jóvenes.
Puede aparecer a cualquier edad, pero es rara antes de los 10 años, y después de los 60. La edad media de presentación es a los 30 años, con un pico principal entre los 21 y 25 años.
La Esclerosis Múltiple puede ser tratada. Hay actualmente medicaciones internacionalmente aprobadas. Son inmunomoduladoras e inmunosupresoras y todas ellas han demostrado ser efectivas en modificar el curso natural de la enfermedad en su forma brote-remisión y la experiencia clínica indica que son más efectivas si se administran lo más temprano posible en el curso de la esclerosis múltiple.